| Queridos   amigos:   
           Desearles un 2002 mejor que el 2001 es algo que no por resultar demasiado   fácil puede ser dejado de lado. ¡Entonces, Feliz 2002!   
           En momentos tan infaustos hablar de temas cuales despertar el compromiso de   los empleados o promover la satisfacción del cliente parece una ironía y algo   muy ajeno a los sufrimientos cotidianos. Sin embargo, si estas formulas hubiesen   sido y fuesen regularmente algo mas que cáscaras vacías, tal vez no nos veríamos   permanentemente expuestos a tantas angustias y dificultades de supervivencia.   
           De todos modos tenemos que seguir porque el mañana llega siempre, lo estemos   o no esperando. Para estar más cerca con nuestras ideas los/las invito a   participar en nuestro flamante grupo de debates: http://www.groups.yahoo.com/group/comportamientos_organizacionales.   Para facilitar el arranque voy a ser deliberadamente provocador.   
           En nuestro país y nuestro campo de estudio los libros traducidos y   difundidos, las charlas, conferencias, encuentros y jornadas dan vueltas y   vueltas sobre fórmulas abstractas. A veces se asiste dos días seguidos a una   exposición con traducción simultánea para salir con conceptos tan claros y   precisos como los de que hay que estar orientados al cliente (¡no olvidemos lo   de interno y externo, por favor!), despertar el compromiso del personal y   alinear al mismo a la visión, mejor en mayúscula Visión, de la Empresa. Esto   suele costar U$S 1500 per capita, descuentos por muchedumbre.   
           Estas frases muy yankees son luego repetidas con reverencia y frecuencia   diaria por nuestros gurúes y prohombres, ovacionadas por presidentes, directores   y gerentes, hasta aplicadas, como lo vi con mis propios ojos en el cuestionario   de encuesta a 190 grados de una Empresa líder, en la que se preguntaba si el tal   individuo estaba alineado con la Visión (mucho, bastante, para nada), como si   pudiera realmente "observarse" a una persona alineada a eso de la misma manera   en que se ve a alguien en el quinto lugar de la cola para ir al cine. Por otro   lado, ¿a qué empleado que por su rango participe en una evaluación circular o   semi se le ocurriría -a no ser que tenga vocación suicida- explicitar conductas   no alineadas con la Visión?   
           En épocas en que las Organizaciones (Empresas, Entidades públicas o   empleadores individuales y hasta Fundaciones) están abocadas sólo a maximizar   sus ganancias y a llevárselas lo más lejos posible por vías directas o   indirectas, ¿ qué pretenden entonces esas fórmulas? Creo que es muy fácil   traducirlas a lenguaje común, más económico porque no responde a términos ex   profeso esoterizados para el cobro de regalías, más duradero porque no responde   a modas peregrinas.   
           En un viaje descubrí que la Comuna de un país había sustituido los cartelitos   en que los horarios de los buses urbanos estaban indicados con letra chica por   otros con letra grande, una clara ayuda para el cliente con problemas de visión,   sobre todo cuando se olvidó los anteojos en casa, un verdadero ejemplo de   filosofía de orientación al cliente.En otros casos orientación al cliente es   sólo una política utilitarista y consiste en pensar que, cuando el comprador   puede irse a otra tienda, lamentablemente hay que ofrecerle algo más, por   ejemplo atenderlo con una sonrisa (aunque a aquél lo mufen las sonrisas   estúpidas), hacerlo sentir cómodo, darle aire acondicionado si hace calor y   calefacción si hace frío, buenas sillas donde sentarse para esperar su turno, no   hacerle perder demasiado tiempo, enviarle la mercadería a domicilio sin cargo   etc. Esto no debería en principio costar más del uno por ciento del presupuesto   de ventas. Hoy, dando cuatro tapitas o veintisiete puntos, se premia al cliente   con un valor de un centavo cada mil pesos y así se lo fideliza. No se tomen las   cifras al pie de la letra. ¡Cada uno hace lo que quiere!
 Despertar el compromiso y alinear a la Visión son la reformulación gananciosa   (para quien la inventó) del antiguo "ponerse la camiseta". Esta imagen era de   más impacto y nos llegaba más por el corazón futbolero, pero -es sabido- hoy   nadie se acuesta con el proveedor sin pesar y medir, nadie se pone la camiseta   así no más, salvo grandes ingenuidades o deficiencias mentales. Verón, para   mencionar un caso, juega muy bien con la camiseta que se pone, pero sólo si le   pagan bien y si se siente bien. En nuestra Argentina de hoy pedirle a   alguien que se ponga la camiseta puede suscitar hilaridad. Hay que usar frases   indirectas, eufemismos, inducciones; es más prudente pedirle que se alinee a la   Visión, expresión que, aunque sea más confusa, puede evitar la carcajada oculta,   o aun manifiesta, en caso de mayor confianza con el evaluador.
 De todos modos, salvo sabotajes o atentados contra los intereses de la   Compañía, no parece que pueda haber muchos casos en que se haga evidente que un   empleado no está alineado a la Visión. Si trabaja diez horas, no reclama extra,   viene aun enfermo, se calla las protestas y repite lo que lee en el House Organ   ¿qué se le podría imputar? Es muy poco importante, en realidad, que su efectiva   visión de las cosas no coincida con la del propietario (perdón, los Owners) o la   del Presidente o algún Director (¿serán las mismas?), Visión por ejemplo "de   llegar a ser la Empresa más apreciada del mundo en producción de gemelos,   atendiendo siempre a la calidad, a la plena satisfacción de los clientes de   todas las latitudes y al respeto de la cultura local y del ambiente", (por la   elaboración de esta fórmula se hicieron seis reuniones de ocho horas con los   consultores y se pagó U$S 150.000 cargados al presupuesto de capacitación,   desgravables con el Plan Capacitar). Es muy poco importante. Lo verdaderamente   importante es que nuestro empleado o ejecutivo diga que sí y sonría, demostrando   espíritu de cooperación y logros concretos (llevar a cabo lo que se le pide)   aunque esté convencido de que los gemelos no sirven para nada y que los de la   competencia son mejores, según le demostró su señora cuando se los regaló para   el cumpleaños.   
           Pero dejémonos de sonreír sobre las debilidades de nuestro negocio y tratemos   de construir algo. Tenemos un desafío en el campo de los RRHH, desafío que   representa el problema central del análisis organizacional: descubrir cuándo y   cómo alguien puede sentirse dispuesto a trabajar de buena gana (la camiseta, la   visión, la Visión), con discreta lealtad y empeño, conciliando los intereses   personales con los de la Organización. Este "momentum", siempre en inestable   equilibrio, se presentará cuando concurran los siguientes factores;   
           1) Una remuneración que las circunstancias generales e individuales hagan   aceptable   
           2) Una tarea realizable a gusto   
           3) Un ambiente cómodo   
           El primer factor está determinado usualmente por la oferta y la demanda en el   mercado, por más que es altamente probable que persista en el empleado y a veces   también en el empleador un grado de todos modos tolerable de insatisfacción.   Está demostrado que el empleado considera casi siempre que sus prestaciones son   superiores a lo que recibe, premios incluidos. Por su parte el empleador raras   veces está totalmente conforme con lo que recibe a cambio de lo que da.   
           Para lograr la implementación del segundo y tercer factor es necesario   efectuar un atento análisis de las personas, de la conformación de los grupos y   los ámbitos físicos en que se desarrolla el trabajo. Es una tarea difícil pero   no imposible. ¿Cómo saber, por ejemplo, qué cosas les gustan o motivan a cada   uno de los 600 empleados de la Empresa? ¿Cómo prevenir y reducir conflictos en   la realidad, más allá de pretender hacerlo utilizando palabritas tipo   "composición constructiva y no reparto distributivo"? No hay que asustarse   por la grandeza de los números o lo que parecen notables complejidades. Piensen   que, en otros campos, si los especialistas se hubiesen atemorizado, no habrían   llegado a la Luna ni a desintegrar el núcleo de la materia y, tal vez, ni   siquiera a convencer a la gente para que tome Coca Cola en lugar que el agua,   vino o cerveza tradicionalmente consumidos. En el nuestro tenemos que abandonar   paradigmas anticuados del siglo XIX e inclusive anteriores, que impiden la   formulación de leyes de la conducta humana, y dedicarnos a investigar, sin   cerrarnos al cambio y a la ciencia, convenciéndonos de que la investigación es   siempre posible y siempre fructífera, aun cuando los resultados tarden en   llegar. Podremos así darnos cuenta de que hay principios que regulan nuestros   comportamientos y que podemos utilizarlos para obtener un mayor bienestar en las   actividades laborales y sociales. Es posible saber qué cosas motivan a los 600   empleados y qué dar, qué no y con qué sustituirlo. Es posible saber qué hacer   prácticamente para prevenir y reducir conflictos. No es fácil, pero no es   imposible.
 Sólo si creemos en esto y actuamos en consecuencia podemos   justificar nuestra intervención como expertos en RRHH, no sólo como   administradores de sueldos, controladores de ausentismos y nexos con las   prepagas.
 Espero que inauguremos con esto un diálogo entretenido.   
           Cordiales saludos |